Hay cosas que son evidentes desde que tenemos uso de razón, pero no es hasta que desarrollamos cierta práctica en este uso que realmente cobran un sentido profundo y abarcador. Digo esto sin ánimos de menospreciar la mente infantil, cuya agudez y tendencia hacia lo fantasioso es imprescindible conservar a través de todas las etapas humanas para poder tener un panorama más nutrido de lo que pasa a nuestro alrededor, para tomar decisiones más sabias.
Hay cosas que simplemente tienen que pasar para poder dar el siguiente paso. Entre estas, paradójicamente, la más importante es el tiempo. Siempre el tiempo. Para recordar con detenimiento aquellos momentos elegidos para conservar y saborear más tarde en la vida. Para poder ver hacia atrás y buscar referencias entre nuestras experiencias. Para repasar y descartar caminos y, finalmente, para sanar.
Pues he dejado pasar el tiempo parada en una esquina observando, corriendo y sintiendo el viento fuerte contra mi cara, dejándome arrastrar por la corriente, de todos los modos posibles. He tomado bocanadas gigantes y he estado sumergida largos ratos. He pensado, he trabajado, no he descansado. Me he parado al borde. He estirado mis brazos hacia el sol, mis piernas hacia la tierra; me he dado la vuelta y he empezado el lento camino de regreso. He estado acumulando equipaje físico y emocional, tratando de filtrar la chatarra que se cuela desde todas las direcciones y creo que ahora puedo empezar a soltar lentamente el vapor y bajar revoluciones. Visto desde la distancia, todo ha sido como un caldo cocinándose por horas. Recogiendo sabores y aromas de lo que le roce, de lo que le penetre y de lo que se sumerja en él. Algo que alimenta y se alimenta y que no se puede apurar. Ha sido necesario.
A pesar de la sensación de remolinos me siento depurada. He llegado a un lugar más sereno del mar, a una isla desierta donde abastecerme tranquilamente. Después de la locura, las largas noches en vela, el cansancio y la confusión, he tocado tierra y el momento se siente como cristalizado en el tiempo, inmortalizado. Rebozo con tanto ímpetu y anticipación y me siento lista. No sé para qué, pero lista.
3 comments:
Welcome back! ;)
muy bonita...
Hola. No sé si te acuerdes de mi, soy Daisy de Colombia. Que alegría volver a verte. Un abrazo a toda tu familia, los recuerdo muchísimo todos los días.
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