Julia (2 años) viene, muñeca en brazos con el pañal de verdad recién puesto, me pide que cante el Hey Jude de la hora de dormir y empieza a imitar el ritual de todas la noches, con la misma delicadeza, detenimiento y ternura. La mece de un lado a otro hasta que, entre canción y movimiento, la muñeca va cediendo, como derritiéndose. Se empieza a inclinar para acostarla y va dejando que se le deslice de entre los brazos. Le dice algo al oido y se va.