Nació Diego.
Han pasado muchas otras cosas alrededor de esto, pero en mi mente desde entonces siempre están ellos, mis hijos. La sonrisita moga que me recibe cuando entro al cuarto a ver si está bien, el abrazo de oso, las cosquillas.
Diego es tan pequeño y tan grande. Con todo lo que estaba pasando antes de que naciera algunas veces no sabía cómo me iba a sentir con respecto a él, pero solo bastó verlo y en mi corazón se abrió un espacio infinito relleno todo con amor para él. O tal vez en ese momento me hice consciente de este espacio.
Mi papá le llama "Smiley" porque es todo risas. Es un bebé de seis meses feliz. Feliciano. Y es simplemente hermoso, con su carita de bonachón, de niño hada que pudiera casi volar en las noches, mi angel. Y esos ojos enormes con sus pestañitas largas, donde se puede ver un universo adentro.
Pablo, es el mismo de siempre, mi pequeño artista, mi pequeño cometa. Ha subido revoluciones, hubo muchos cambios para él en poco tiempo, pero lo ha tomado todo muy bien y ama con locura a su nuevo juguete. Es un hermano más que especial. Y es un niño fuera de lo normal, un verdadero tesoro.
Gustavo y yo estamos enamorados de nuestros hijos. ¡Soy feliz!
